Opinión

NTUM-ANGANG: te haces curandera o pedeces

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Mientras occidente avanza utilizando su brujería para bien, para pensar y construir  en África-guinea ecuatorial utiliza la suya para destruir, limitar y  hacer daño.

Minsisim, así se les llama, espíritus malignos

Soy Bella y tengo espíritus malignos, vivo con ellos dentro de mí, duermo y hago el amor con ellos, me observan en todo lo que hago y conocen mis planes.

Yo, cuando era una niña, entró en mi un espíritu, solo tenía dos años, no sé si fue el principio, pero diría que sí.

Cuando nace un bebé en la etnia fang, a ése se le prepara tradicionalmente haciéndole rituales, dependiendo de la familia en la que nació: muchos no tienen la oportunidad de nacer en una buena cuna, es la minoría, pero la mayoría, desgraciadamente nacen en familias malignas, donde el odio y la envidia priman. Entonces, cuando ven nacer  a un niño y que ese tiene otiteñ (estrella), suelen decir que, ayebo mmot (será persona) ese dicho explica que el niño al crecer será un niño o niña que gozará de bienes materiales, será alguien de bien; entonces ¿qué pasa? esos se encargan de destruirle para que, durante su recorrido en la vida fuese una o un degraciado o simplemente que las cosas le fuesen de las manos. En definitiva, frustran su destino. 

Ahora, estoy en una curandería, ya no sé llorar ni reír, solo me he limitado a observar y a escuchar, y aunque ya no me queden fuerzas ni dinero para luchar por mí, tampoco me rindo porque sé que valgo más de lo que yo me imagino y que me amo. 

Los espíritus no están más que para hacerle daño a otros, yo quiero vivir mi vida y ser libre, quiero ser feliz, ser todo lo que añora mi interior.

Ha pasado mucho tiempo y sigo en el mismo lugar, me siento completamente atrapada por un demonio que está terminando conmigo y  como yo, otras muchas personas más.

Explico. Cuando eres un niño, no te das cuenta de todo lo que te pasa o sí, pero prefieres normalizarlo y aprender a vivir con el dolor. En mi situación, no fue por miedo a nadie ni a nada, simplemente era una niña e ignorante, no sabía nada de lo que me pasaba, pero intentaba vivir con eso y ser niña, aunque siéndoles sincera, no sé qué significa ser niña, no fui niña y hoy en día intento vivir lo que perdí, pero al mismo tiempo, la edad que llevo no me permite ser niña, pero tampoco me deja ser joven, soy una vieja atrapada en el cuerpo de una joven que está obligada a luchar por su futuro.

Ya no sé reír,  jugar, tampoco me dejo querer por miedo y por falta de confianza. No me fio de nadie, pero al mismo tiempo, tampoco tengo tiempo  para el amor.

Cuando era una niña, solía ver en mis sueños como me perseguía un hombre disfrazado de mi queridísimo abuelo pero no era mi abuelo, ¿cómo iba a ser mi abuelo un hombre malo, un hombre que intentara hacerle daño a su nieta?

No podía dormir, no comía en paz, cada vez que intentaba cerrar los ojos, veía a ese hombre detrás de mí persiguiéndome. Yo intentaba correr para que no me alcanzara pero parecía que no hacía nada y que me iba a atrapar pero, lo más curioso fue que nunca me atrapaba. Gritaba y no me salía la voz y así casi la mitad de mi infancia y adolescencia hasta que enfermé y me llevaron a una curandería, pero antes, me condujeron a los hospitales, sacerdotes y nada, me empeoraba cada día, entonces me llevaron a una curandería que se encontraba cerca de la casa donde vivía con mis padres en el barrio de Campo Yaunde y me ingresaron.

Entonces no tenía espíritus malignos dentro de mí, solo uno, pero no era maligno, era una mujer que me protegía, según los curanderos, MADUMAZEL se llamaba.

Madumazel, significa señorita y me cuentan que, debo ser curandera.

Cuando nació mi hermana pequeña, Alma, no quería verla, no sabría explicarles el por qué, pero no me gustaba que se acercara a mí, entonces mi otra hermana, Asela estaba ingresada, enferma, también en una curandería y yo vivía ahí con ella. Al no querer saber de mi hermana pequeña, la curandera le pidió a mi madre que me quedara a vivir ahí con ella durante un año hasta que se me pasara y pudiera aceptar a mi hermana pequeña.

Mi madre me llevó a una señora, era obvio que mi destino no era estar en su curandería, no la encontramos, pasamos media hora esperando y yo estaba con los dolores y pocas esperanzas de vida, entonces, mi madre me llevó a otra curandería, me llevó donde BEYEM.

Esa señora aseveró que yo estaba avariciada, que tenía MEKAHA, no sabía nada ni lo entendía, pero lo cierto es que, sabía todo lo que yo soñaba mientras dormía, los pasos durante mi caminata, los temores etc. Mi madre prefirió que me quedara ahí a ser tratada.

En aquel tiempo hubo muchos niños y niñas ingresados, pocos adultos. 

 Lo que no entendía era el cómo podían hacerle la vida imposible a unos niños de tan corta edad. La brujería, a nivel de áfrica es muy lamentable, hacer daño a ángeles de Dios para sacar beneficios en  o con ellos. El daño era o es imperdonable, solo Dios tiene la última palabra. 

Ese fue el comienzo de mi vida en curanderías, desde entonces, no he parado. Todos los días era la misma rutina, levantarse, dejar hervir el MBAB para que luego te lo golpeen, hungir la crema, no, crema no, aceite de palma mezclado con unas hierbas raras que estabas obligado a hungir todos los días, día y noche.

Tomar medicamentos tradicionales, más de tres botellas siendo una niña de diez años, aquello fue un infierno, insoportable y penoso, los pacientes de un porcentaje mayor eran niños y niñas donde la mitad practicaban la ciencia oculta. Se iban a la brujería todas las noches. Algunos eran reyes en la noche, presidentes y podían viajar a cualquier país que quisiesen en la noche, jamás de día, porque de día eran niños normales de nuevo, muertos de hambre. 

Es duro ver como niños de occidente aprenden a cómo ser millonarios, creando empresas etc. Los de mi país se dedican a volar en las noches y en las mañanas, a pedir limosnas.

Yo no volaba ni con ellos ni con otros, mi situación era diferente, me llevaban sin que me diese cuenta, no sabía nada y así durante años hasta que me llevaron a la curandería mencionada arriba.

Tras unos meses de regreso a casa con mis padres en la ciudad de Malabo, mi padre enfermó y mi madre le llevó a una curandería que se encontraba en el barrio malabeño de Alcaide. Le ingresaron ahí y empecé a ir de visita, estuve sentada en una de las camas de aquel espacio común junto al resto de niños, todos cantaban canciones espirituales, de mangaga. Llegó un espíritu en el cuerpo de la curandera, MINDJÁ (jefa) manifestó que yo estaba enferma, que no se me acabó la medicación y que podía perjudicarme, seguía avariciada, dijo a mi tía que tenían que tratarme antes de que fuese demasiado tarde.

Recuerdo que al día siguiente mi madre pagó para que me empezaran la medicación, me prepararon cubo ( nlong) con una gallina sobre mi cabeza, tenía que confesar todos mis pecados, si me había ido a la brujería, tenía que decirlo para quedarme libre.

La gallina servía ¿como un Dios? Creo, porque a ella la ignoptizan con aceite y la dejan oírte atentamente y que, por tu enfermedad, si algo de lo que fueses a hablar y que tuviese que ver con la enfermedad, volase de tu cabeza, significaría que, terminaste de hablar con la verdad; eso sí, si coges el ESUA LIMPIO.

Así que, fue así como empecé la medicación donde Mengang en Alcaide, quería curarme, quería estar bien y ser yo.

Como en Bata, hacía lo mismo, me bañaba todos los días el Mbab, la lavativa, el aceite de carbón etc. 

Me hicieron ETOG. 

Eran las ocho de la noche, estuve semi desnuda, solo llevaba un pantalón corto, me dejaron tumbarme sobre un tapi con un cubo delante de mí, donde tenía que hacer lo mismo que hice al principio del tratamiento, hablar, confesar pecados, delitos cometidos, si me había ido a la brujería etc. Tenía que hablar todo en cuanto sabía, mis secretos. Al acabar, sacrificaron una gallina degollándolo y hacer correr su sangre sobre mí, la sangre tenía que derramarse sobre mí como en la curandería anterior.

Me sentía bien y extraña, bien porque iba a estar bien por fin, era la segunda vez que estaba en una curandería por la misma enfermedad y en verdad, estaba cansada, entonces tenía doce años.

Definitivamente, me dieron de alta después de tanto y todo cuanto consumía para mi pronta recuperación. Me hicieron menvang. 

Menvang son esas marcas con la hoja de afeitar sobre algunas partes de tu cuerpo y para permanecer más tiempo, aplican carbón en las zona de las marcas. 

Te rayan la lengua, la frente, las muñecas, las rodillas, los pies, el pecho.

Empecé a congregar en una iglesia porque, el pastor les dijo a mis padres que me chupaban la sangre, me bañaba agua bendecida por él mismo, estaba totalmente desesperada, todo lo que se me mandaba hacer lo hacía, tomaba de todo, yo solo quería estar bien, pero era imposible alcanzar ese bienestar estando poseída por unos demonios que dominaban mi cuerpo y mis pensamientos y que nadie veía.

Oraban por mí, caía, me quedaba débil y no podía contener el equilibrio, me dejaban en ayunas durante días, no podía comer ni tomar agua, solo oraciones todos los días y noches hasta que me cansé, no veía resultados, dejé de irme después de gastar tanto dinero.

Me llevaron a otra curandería porque mis padres estaban desesperados, y consecuentemente, dejé la escolaridad, era la única paciente.

Ahí no me cortaron ningún animal ni me hicieron menvang (cortarme la piel con hoja de afeitar dejando rallas larlas) pagué yo misma la medicación, era mi dinero el que se usó porque destajaba en un bar.

Al principio pensé que entonces todo me marcharía bien sin dificultades, pero no, las cosas se empeoraron, la gente se alejaba de mí, no podía tener amistades y las que tenía me veían mal, la gente millonaria que se acercaba a mí para ayudarme, se alejaba sin motivos etc. No entendía lo que estaba sucediendo conmigo.

Un año después, me puse en cama otra vez, sentía mucha debilidad, fuertes dolores de cabeza, falta de apetito. Al principio, pensé que se trataba de paludismo, entonces no tenía dinero suficiente para irme al médico y hacerme un chequeo.

Algo iba mal dentro de mí y con mi vida, así que busqué otra salida, me fui a las iglesias y parecía que estuviese vendada con una bufanda negra, nadie me veía, los profetas y sacerdotes, nadie decía nada sobre mí y seguí sintiéndome fatal, así que me fui a la curandería, me había vuelto amargada, odiaba verme sufrir tanto y a falta de respuesta, terminé otra vez en una curandería entonces. Ya no vivía con mis padres, ellos se habían mudado al interior y me tuve que quedar en la ciudad sola.

Me ingresaron, estuve ingresada en la curandería más de dos meses, nadie estuvo conmigo solo la familia de una colega, a veces me traían comida para poder comer, una amiga también me ayudaba con la comida, Alessia.

Con mi enfermedad, me di cuenta de muchas cosas. Me di cuenta de que en verdad estaba sola y que la gente que creía ser mi familia, no lo eran.

No trabajaba, todo el dinero que tenía en mi cuenta terminó porque tenía que comer, tenía que pagar mi medicación y la hospitalidad.

Durante mi estancia en la curandería, créanme que cada vez que amanecía, daba gracias a mi Dios.

Me sentía sola en la curandería, sin con quién poder intercambiar palabras y sonrisas, ya que no recibía visitas.Comía sola, todo lo hacía sola mientras me moria, sí, porque estuve al borde de la muerte, y nadie estuvo ahí para mí, solo las curanderas que me ayudaban, si necesitaba algo. 

A mis padres no les dije, sentía que era una carga en sus vidas, así que decidí callantarme. 

Me deprimía, no era el lugar que quería estar, la mayoría con espíritus malignos, otros voladores en las noches, traté de sobrevivir y en verdad, me estaba muriendo en vida.

Todo empezó cuando el espíritu de Nacho vino en la noche, estaba enojado y yo estaba asustada, no sabía lo que estaba pasando. Yo, la verdad que la vida oculta no me la sabía, me declaraba totalmente inocente de todo lo que decía aquel espíritu. Ese solo fue el comienzo, no dormí tranquila esa noche, también vino el espíritu de una mujer, AYIRIk, que también estuvo furioso, algo andaba mal, alguien se había ido a la brujería o varia gente se había ido a la brujería.

Pasaba constante y ya me sentía muy incómoda porque ya no pegaba ojo, todas las noches tenían que llorar niños, los perros no dejaban de ladrar y los espíritus tampoco dejaban de venir.

Le pregunté a la curandera si yo era bruja y que, si me iba a la brujería, porque, igual podía ser cierto y que no supiera nada; no quería que me pasara nada, si me iba a la brujería, quería que me sanaran porque yo no sabía nada y ella me dijo que no, que estuviera tranquila, fue entonces cuando me calmé un poco hasta que tuvieron que hacerle de nuevo la medicación a Lia, una de las pacientes con la que me llevaba bien porque era solitaria, la hicieron etoc. No lo entendía, se suponía que estaba a punto de terminarla, pero tenía que continuar sacrificando animales.

La casa donde dormíamos era su ascensor, cada las tres de la madrugada se iba y con ella llevaba a alguna gente de la curandería, yo no, yo tampoco sé el por qué, pero esa chica no llegó a llevarme jamás, Dios es grande.

Un día Salí, me fui a mis quehaceres en la calle, cuando regresé de nuevo a la curandería, encontré mucha gente en el patio, pensé que había pasado algo, estaban todos con las caras sorprendidas y, ahí estaba Lia, sentada en medio, bueno, ya no era ella misma, estaba poseída de un espíritu maligno, en tetas y sin ropa. 

No llegué a enterarme de todo, llegué tarde. Está todo el mundo… ¡Dios mío!. ¡Ahkieeeee!  exclamó una mujer, muanangang (estaba estudiando para sacarse el título de curandera) no podía creer las cosas que salían de la boca de la chica, ya que ésa era su favorita y muchas veces, compartían comida pero, de ahí a que, ella le cogiera sus restos para hacerle enfermar más aún, ella no se lo creía.

"¿Qué te hice? No sé si me conoces de algo para hacerme una cosa igual, voy a matarte, porque no me conoces, voy a matarte", fueron palabras constantes de aquella señora, no entendía y no sabía a quién preguntar, pues me quedé a escuchar y cuando todo terminó, ella se recuperó, me acerqué a ella.

— Hola Lia, ¿podemos hablar? Sé que las cosas entre ambas han cambiado mucho, dejamos de hablarnos ya, pero quiero saber si entre de las tantas que estamos aquí, me has tocado para hacerme algún mal. Mira, yo no soy mala persona, de hecho, yo tampoco soy perfecta y cometo errores, yo te perdono en lo que sea que me hayas hecho, pero por favor, quiero saber si me tocaste.

— Perdóname Bella, de verdad perdóname, eres una buena persona y no quise hacerte daño, pero, lo hice.

— ¿Qué hiciste conmigo?

— Cavé tus restos de comida.

— ¿Cómo, para qué hiciste eso Lia?

— Lo siento mucho, lo hice porque me mandaron hacerte eso, quería cerrar tu cerebro porque eres muy inteligente.

— ¿Qué más hiciste conmigo, me llevaste a la brujería?

— No, no pude, tu espíritu es muy fuerte, por más que lo intenté, no lo conseguí.

— Lia, te perdono porque no sabías lo que hacías, pero que sea la última vez que te mandan hacerme algo y tú hacerlo porque entonces, entonces voy a reaccionar. Tú no sabes quién soy, no sabes de dónde vengo, que no se vuelva a repetir.

— ¡Gracias!

Desde entonces,… ma aquí yehening…dejé de compartir mi comida y comer en el mismo tape con los demás, era demasiado y pedí que me dejaran alquilar un cuarto, quería salir de la cocina donde nos encontrábamos todos. Odio la brujería, así como la gente que la práctica.

Bien, respecto a la familia que había elegido, la única que vino a visitarme estando yo ingresada, fue Alberta con su pareja y hasta el momento, se lo agradezco. Pero durante los días conmigo en mi cuarto, solo se dedicaba a cuidar de su pareja, ella era ya la enferma y no yo, es verdad que me dolía, pero tenía que aceptarlo igualmente, me sentía sola igual con ellas a mi lado.

 Hubo alguien que me importaba mucho y esa era Anna, pero en ningún momento se molestó por mí, sin embargo, me mandó a la mierda pero también es verdad que, pasó por mí dos veces y dejó de hacerlo. No estaba obligada, muchas veces no duele lo que dicen de ti sino cuando te das la vuelta y te das cuenta de quién las dice, eso sí dolió mucho más.

Todo el mundo podía hacerme daño, mandarme a la mierda, ignorarme, insultarme y no pasaba nada y no me afectaría, pero ella no. Estaba dispuesta a todo por esa mujer, a todo y recibir aquel trato, fue decepcionante porque en su lugar, no hubiera actuado así porque la amaba.

En la curandería, estuve casi un año, un año de llantos, de preocupaciones, de rutinas de medicamentos.  No quería esa vida, estuve tan decepcionada y desesperada tanto de Dios, como de la familia que había elegido para mí. Me sentía sola, apagada, olvidada, triste, lo único que quería era morirme, pero cada mañana volvía a levantarme, estaba cansada, cansada de hacer lo mismo, medicarme día y tarde, cansada de quemarme el cuerpo con DUG a ver si los espíritus vendrían a hablar, pasaba todo el día sobre esa medicación hervida, a veces no podía comer porque me quedé sin dinero y ahí fuera no había nadie que se acordase de mí, nadie.

Gracias a eso, aprendí a valorarme y darme cuenta de que, no tenía a nadie conmigo, que estaba sola y tenía que seguir luchando por mí.

Meses después, inquieta en la curandería porque la gente se iba y otros se instalaban y yo seguía ingresada sin solución, me arruiné y una vez más aparecían peores las cosas en mi vida, estaba más delgada etc. Decidí salir con la rabia, Salí de la curandería, no podía ni comprarme un pan de cincuenta francos, no podía. 

Volví a mi casa. Al principio, sentía un poco de tranquilidad dentro de mí, ni escalofríos ni sustos, estaba bien según yo y me declaré sana pero, una semana después, volví a recibir ataques, empecé de desmayarme, caerme, quedarme inconsciente, todo eso, sola en casa sin hermanos a mi lado ni mis padres; sin apoyo ni ayuda de nadie.

Decidí viajar en busca de ayuda a mi salud, quería estar bien, gasté todos mis ahorros, vendí todo lo que tenía de valor, y me fui. Viajé y me encontré con un sacerdote que todos me habían recomendado y estuvo orando conmigo todos los días, antes de irme a él, me fui de nuevo a una curandería, una de esas antiguas donde solo se utiliza la hierba y ya, ahí no me cortaron nada, casi no hicieron nada conmigo solo de mi frente sacaron objetos que había en mí.

Luego de volver, tomé una decisión, de la cual no me arrepentí jamás y que fue la mejor, seguir a Cristo con todo mi corazón.

Finalmente, entendí que la solución no estaba en las curanderías ni en algunas iglesias falsas. La solución estaba en mí, creer en Dios y dejar que obrara.

No puedo negar que a veces me siento sola, me deprimo y caigo en ansiedad, pero también recuerdo que puedo con todo. Me di cuenta de que tenía que pasar por tantas cosas como aquellas para percatar de mi enorme valor como persona y sobre todo, como mujer. Pasé la mitad de mi vida engañada, amando a quienes no me merecían.

En mis tiempos difíciles, estuve sola, juzgada, aislada, apartada, criticada; sin embargo, siempre me mantuve con fuerzas porque Dios lo hizo posible y me eligió de entre la multitud. Estoy bien, sonrío y puedo dormir profundamente y volver a soñar. Hoy solo quiero darle las gracias a Dios por hacerme posible, por amarme, porque hoy puedo ser yo misma. Dijeron que tenía que ser curadendera, tener el Ntum-Angang sin embargo, elegí a Cristo. 


Autora: Juanita Obono Abekara


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